28 de marzo, 2022
Marchar contra el clasismo es noble. Marchar contra el machismo es valiente. Marchar contra el racismo es necesario. ¿Hacerlo siguiendo a AMLO? Contradictorio por donde quiera verse.
Lo que se vio el pasado domingo 27 de noviembre fue exactamente lo que se esperaba desde que el presidente de México convocó a una contramarcha en respuesta a la histórica Marcha por la Democracia (https://bit.ly/3OHxssX).
A pesar de que dicha marcha surgió como un más que evidente capricho por mostrar músculo frente a la cantidad de personas que salieron a la calle en defensa de la autonomía del INE (https://bit.ly/3gBZdXB), la concentración convocada por el presidente López Obrador reunió también muchas convicciones genuinas que luchan contra las injusticias estructurales que existen desde hace décadas en nuestro país, muchas de las cuáles -acusan- tuvieron también espacio en la marcha opositora (https://bit.ly/3igAWH0).
Si bien las intenciones de muchos quienes marcharon este domingo son nobles, lo cierto es que están desorientadas y en gran medida desinformadas. Es claro que antes de la presidencia de López Obrador existía una élite con intereses contrarios al bien común y a los propios intereses de la nación, pero creer que el actual gobierno representa una alternativa honesta y una propuesta de cambio positivo para el país oscila entre la ingenuidad (para quienes recién se interesan por su país) y el cinismo (para quienes recuerdan que está por concluir el cuarto año del sexenio).
Anteriormente había hablado acerca de cómo el discurso obradorista adverso al clasismo y racismo resultaba encantador para una nueva generación de jóvenes activistas y deseosos por mejorar al mundo (http://viceversa.mx/contenido-24), pero dada la reacción general de muchos seguidores y externos pero afines a la "cuarta transformación" considero muy pertinente recordar algunos puntos que pasan por alto entre consignas moralinas.
No se puede protestar contra el clasismo junto al responsable del gobierno que se codea con los hombres más ricos del país (https://bit.ly/3ELhklA) para financiar proyectos de infraestructura inviables como lo es la refinería de Dos Bocas (https://bit.ly/3VeucaY) o el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles -que generan pérdidas millonarias (https://bit.ly/3Veudf2)- y de paso permite que crezca la riqueza de los millonarios (https://bit.ly/3gFtqVv) mientras aumenta el número de personas en pobreza extrema en el país (https://bit.ly/2Ufhxco).
No se puede protestar contra el machismo junto al hombre que dice que las hijas deben quedarse en la casa para ayudar "por tradición" (https://bit.ly/3uaW5EV), acusa de golpistas a mujeres que marchan contra la violencia de género (https://bit.ly/3VxdCD3), resta subsidios federales en apoyo a la mujer (https://bit.ly/3EKVqz9) y permite el deterioro de las condiciones de seguridad para las mujeres (https://bit.ly/3gG2s00).
No se puede protestar contra el racismo junto al jefe del Estado que inunda comunidades indígenas (https://bit.ly/3gIOfj2) e ignora los reclamos de pueblos originarios contra proyectos federales como el Tren Maya (https://bit.ly/3GQaqy7) y compara con animales a los receptores de programas sociales (https://bit.ly/3ELeMnC).
Y podríamos seguir nombrando muchas cosas que hacen de la retórica oficialistas en pro de la justicia social una total hipocresía para embaucar a consciencias limpias y deseosas de cambio.
Cabe precisar, esto no quiere decir que la afiliación partidista y convicciones ideológicas de absolutamente todos los seguidores del presidente López Obrador carezcan de validez política porque ello implicaría su desconocimiento como un actor político en nuestra sociedad y por ende negar el pluralismo que desde la oposición pretendemos conservar y fortalecer. Pueden no estar de acuerdo con quienes marchamos el pasado 13 de noviembre, ni con el INE, ni con la oposición. Pero si las intenciones de cambio y de justicia son genuinas, consideraría muy seriamente reevaluar junto a quién estoy marchando y los motivos que nos llevan a hacerlo.
Si fueron de quienes marcharon por voluntad propia junto al presidente en contra de los males que aquejan al país, recuerden: no son los primeros en marchar al Zócalo junto con un jefe del Estado que encabeza un proyecto "popular y revolucionario" en contra de las "élites conservadoras". Basta con recordar a José López Portillo y su convocatoria en favor de sus políticas públicas hiperestatistas (https://bit.ly/3ODic0p) o al propio Luis Echeverría Álvarez -responsable de las masacres de Tlatelolco y del Jueves de Corpus- con su retórica "antifascista" para legitimar los abusos de poder cometidos a lo largo de su sexenio (https://bit.ly/3EHpmfA). Decía Marx que la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa. Quedará en la consciencia de quien decidió marchar con AMLO el ser parte de la farsa y la tragedia.
Autor
Mike Ojeda
25 años | Maestría en Liderazgo Estratégico Internacional, así como diversos cursos y diplomados en Ciencias Políticas, Derechos Humanos, Filosofía y Doctrina Social de la Iglesia. Ha participado con diversos grupos juveniles como Rotaract, Acción Juvenil y Soñar Despierto. Interés por el personalismo, los fundamentos morales de una sociedad libre y la construcción de un régimen democrático.
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