16 de diciembre, 2022
La democracia a lo largo de la historia contemporánea de nuestro país ha sido entendida como clave y pilar de la sociedad. A pesar de que hoy día vivimos una realidad política que define y, me atrevería a asegurar, confunde dicho concepto limitándolo a ser determinado como una mera "ideología", lo cierto es que, de forma reconocida o no, la democracia cuenta, indiscutiblemente, con un alcance e impacto inimaginables que trascienden cualquier barrera jurídica y/o política.
Resulta sumamente importante tener presente que la democracia, al ser un estilo de vida y determinante social, es un concepto que se adapta y ve modificado por la perspectiva individual de todos los y las ciudadanas. Sin embargo, algo que no nos podemos permitir olvidar es que la democracia fue, y sigue siendo, adoptada en nuestro país con el propósito de actuar como un mecanismo de estabilidad, representación y balanceada participación.
Si bien es cierto que este bello pilar y complejo concepto se enfrenta ante una lucha de definiciones y perspectivas sociales, resulta igualmente cierto afirmar que éste continúa representando un valor esencial e intrínseco, así como una necesidad reconocida y exigida por la sociedad; de forma tal, que es inevitable para cualquier gobierno, sin importar su ideología, incluir dicho tema tanto en su discurso oficial, como en su proyecto de nación.
Es precisamente esa exigencia por parte de la ciudadanía lo que ha convertido a la democracia en la estrella de toda discusión y construcción política. Sin embargo, ésta se ha convertido en un concepto utilizado por muchos para validar y excusar cualquier tipo de política pública y para manipular la dinámica social en nuestro país, en los últimos años.
En otras palabras, el actual gobierno, si bien no de manera exclusiva pero si de manera muy peculiar y enfática, ha buscado explotar el concepto, manipulando a la ciudadanía y justificándose de tal manera en la que todo lo que hace es valido por ser en aras de "fortalecer la democracia", por ende, estar en desacuerdo con alguna política pública, significa estar en contra de la democracia. Esta nada pequeña situación, que a estas alturas ya tenemos normalizada, es, en realidad, algo profundamente grave que no sólo daña la estructura de nuestro país sino que ha venido comprometiendo la unidad y futuros sociales.
Es nuestra responsabilidad como ciudadanía siempre tener presente cuál es la función y objetivos esenciales de nuestra democracia, puesto que el poder depositado en nuestras manos para moldearla y salvarla es gigante. Una democracia que no busca estabilidad, vigilancia, contrapesos y participación, simple y sencillamente no es la democracia que este país se merece, ni la que necesita. Hoy más que nunca, ante este abuso del concepto que ha pretendido reformar lo más profundo de nuestro sistema, por ejemplo con la reforma electoral, debemos de mantenernos conscientes del objetivo democrático, así como informados y participativos, recordándole al gobierno que la democracia es y siempre será por y para la ciudadanía.
Autor
Michelle Bermúdez
Estudiante de Gobierno y Economía en la Universidad Panamericana. Colaboradora de asociaciones como Juventud CASLA y Alianza Universitaria. Columnista en El Comentario del Día y ha colaborado como panelista en el programa Hora Libre. Es fiel partidaria de que la educación es el pilar más importante para generar el cambio que este país merece y desea.
Independencia en la Unión.
El gesto de la titular del Poder Judicial de la Federación y la decisión del presidente del Congreso lanzaron un claro mensaje
UN LLAMADO A LA CORTE: "SHOCK DOWN" A LA DEMOCRACIA.
LA APERTURA DE LA CONCIENCIA "Anote usted la fecha" Jacobo Zabludovski el 9 de noviembre de 1989 hablaba frente a la televisi
AMLO CUMPLIÓ LA ESPECTATIVA DE LA PSICOLOGÍA DEL MEXICANO.
A lo largo de la vida todos hemos ido generando un tipo de personalidad, lo cual, nos diferencia de las demás personas, sin embar